15 sept 2010

Contar ovejas



La primera vez que las vió fué en un cuento. Eran como bolitas de algodón blanco de un rebaño celestial. Apagabamos la luz y las podíamos ver encima de unas nubes esponjosas de color verde, dentro de un cielo pintado de añíl, iluminado por el brillo de tantas estrellas como ovejitas ibamos a contar. Cada ovejita iba pidiendo su deseo a una estrella y el deseo de la última siempre era que todo el rebaño tuviera dulces sueños. Así que, una vez cumplido el deseo de la última ovejita, él también pedía el suyo y se dormía o no, pero no podía pasar una noche sin contarlas.

Llegó el día en que las vió de verdad y fué cuando perdió el interés. Al preguntarle al pastor cuantas tenía en su rebaño y saber que cada día las contaba, ya no quiso contarlas nunca más. Si las contaba él ¿qué contaría el pastor? y aún se  pregunta ¿qué deben contar las ovejas que ni siquiera el pastor lo sabe?